El camino de la devoción; luna llena en Anuradha, Escorpio, 23/05/24.

Krishna y Radha. Folio del Segundo Guler Gita Govinda serie ca. 1775, Himachal Pradesh, del Museo Rietberg en Zurich. 

Se va poniendo el luminoso sol mientras asoma la luna llena por el horizonte. El nacimiento de algo siempre viene precedido por una muerte. Y como si de un hechizo se tratara, las sombras que amenazaban con arropar al mundo en la oscuridad inmensa una vez el sol se esconde en el poniente, se disipan lentamente gracias a esa luna que refleja la esencia de lo eterno.

Las 3 estrellas en la constelación de Escorpio que juntas forman la Casa Lunar llamada Anuradha, centellean con su propia luz. Pero no las vemos, porque la luna llena es demasiado brillante delante de ellas. Una luna que ciega, que se siente debilitada en Escorpio, en el lado contrario de su exaltación en Tauro que es su contacto con la Tierra, su contacto con las cualidades de Venus hacia la vida encarnada, encuerpada, hecha deseo y a la vez escuela de lecciones íntimas y vitales a través de los rituales que consagran la cotidianeidad.

Consagrar.

Qué bonita palabra y concepto si lo alejamos de las creencias limitantes de ciertos dogmas.

La luna en Escorpio no está tan cómoda, pero, ¿quién lo estaría si tuviera que bucear hasta el fondo del océano del misterio? ¿O tuviera que enfrentarse a lo más oculto, que muchas veces es un espejo en el que nos vemos, a veces, por primera vez?

Marte, el gran guerrero que rige Escorpio tampoco está tan cómodo en otro océano abismal, en Piscis, sumado en una batalla planetaria contra Rahu, esa parte de nosotros que es insaciable; la identidad que se empeña en apegarse a lo perecedero, a lo material que se deshace al final de los tiempos. Si Marte bucea en lo profundo de su razón para luchar, sabrá que es rindiéndose hacia lo que siente devoción que se gana esta guerra.

Anuradha y Escorpio nos piden mirar de frente aquello a lo que queremos dar voz. Y muchas veces es nuestro deseo mismo que quiere ser reconocido. Nuestras prioridades mismas. Nuestras creencias más profundas. Nuestra devoción más verdadera.

¿Frente a qué nos arrodillamos realmente? ¿Lo que pensamos, sentimos y hacemos, se encuentran en armonía?

Radha se arrodilla frente a su anhelo más profundo, su deseo más primordial, su aliento vital; la unión completa y eterna con su amado Krishna. Su devoción es el hilo conductor de cada una de sus respiraciones.

¿Qué anhelas, qué deseas, realmente?

¿Y qué estás dispuesta a sacrificar?

Porque consagrar muchas veces viene precedido de sacrificio. Y Saturno nos lo recuerda mirando a la luna desde Acuario. Nos ayuda a poner límites a aquello que no nos deja rendirnos al deseo primordial que es una semilla en la cueva del corazón.

Si no la regamos, ¿quién lo hará? Lo harán los patrones, las inercias, los miedos… El inconsciente.

La vida encuentra su manera de crecer y alimentarse, seamos o no conscientes de ello.

Esta es de las pocas decisiones que tenemos la libertad de tomar.

¿Queremos regar la semilla consciente, o inconscientemente?

El sol en Tauro, junto a Venus y Júpiter nos ofrecen su regalo más valioso, las raíces en las cuales podemos apoyarnos para recorrer este tramo del camino. Miran de frente a Escorpio, a la luna (que es nuestra mente, nuestras emociones, nuestra intuición) y le susurran que puede bucear profundo, que baje al abismo del océano primigenio, que encuentre la semilla porque las raíces del Hogar eterno la sustentan.

Esta luna llena trae consigo la capacidad de escuchar ese susurro, de escuchar a la semilla rompiéndose para dejar paso al tallo que florecerá. El deseo encarnado de encontrarnos en paz con lo que anhelamos.

La devoción más honesta es aquella que se apoya en la voz del corazón.

Feliz luna llena.

Gracias por leerme. ⚓