Siento mi sangre recorrer mis venas. El corazón palpita. Estoy viva.
Mi cuerpo está vivo, y muere cada segundo. Pero mi mente, mi ser, son infinitos y crecen cada segundo.
Qué paradoja crecer y morir a un tiempo.
A un tiempo que ni siquiera existe.
Sólo puede ser que crecer, vivir y morir sean lo mismo;
Nada.
Todo.
Nunca y para siempre. ¡Está tan clara la confusión! ¡Es tan transparente la confusión!
Es extraño cómo todo cambia y a la vez permanece inalterable. Porque nada cambia más que nosotros mismos. Vemos todo como un reflejo de nuestra alma y, a veces, de nuestros miedos; que nublan y destruyen las más hermosas visiones para dejar en su lugar un rastro de pesadillas y monstruos imposibles de controlar.
Respira…….
Respira……..
Inhalar……
Exhalar……
Conectar con el Todo. Ser. Dejar de ver la ilusión.
No existen ni los sueños, ni las pesadillas.
Me tranquiliza pensar que sólo hay vacío.
Vacío.