Luna llena en Tauro, Rohini Nakhatra


La luna llena en Tauro, en Rohini Nakshatra, iluminará el cielo nocturno entre el 7 y el 8 de diciembre, depende de dónde nos encontremos en el mundo. La luna llega a su máximo esplendor, a la vez que va a ocultar al planeta Marte, que se encuentra en este mismo pedazo de cielo en estos momentos. Rohini es la esposa favorita de las 27 que tiene el dios Chandra. Cuenta la historia que las demás hermanas se pusieron celosas porque pasaba con ella mucho más tiempo, y Jyeshtha, la mayor de ellas y nakshatra que se encuentra en oposición exacta a Rohini, en Escorpio, puso voz a las quejas de todas ellas, las 26 restantes, ante su padre Daksha, ya que Chandra había roto la promesa de tratarlas a todas ellas por igual. Daksha, en su furia, lanza un maleficio para que Chandra fuera muriendo y desapareciendo lentamente por una enfermedad incurable. Pero a la vez, todo aquello que dependía de la luna fue degenerando también en el mundo. El equilibrio natural empezó a romperse. Chandra no encontraba manera de romper el conjuro. Fue a Indra y luego a Brahma, que le aconsejó que recitara el Mahamrityunjaya Mantra para postrarse ante el Gran Shiva:

ॐ त्र्यम्बकं यजामहे सुगन्धिं पुष्टिवर्धनम् |
उर्वारुकमिव बन्धनान्मृत्योर्मुक्षीय माऽमृतात् ||

Aum Tryambakam yajaamahe sugandhim pushtivardhanam |
Urvaarukamiva bandhanaan-mrityormuksheeya maamritaat ||

Adoramos a Aquel que tiene tres ojos, quien es fragante y que nutre a todos.
Como el fruto se despega de la atadura del tallo, que seamos liberados de la muerte, concédenos la inmortalidad.

Shiva se le apareció a Chandra tras adorarle, y le dijo que el conjuro no podía ser totalmente destruído, y que por tanto, debería poner a Chandra sobre su cabeza y llevarle con él siempre, y por otra parte, gracias a su rendición devocional, sí que podría evitar la aniquilación total de Chandra liberándole de su muerte, cambiando el conjuro para que creciera y menguara en los cielos de manera cíclica y eterna. De esta historia surge la idea de los ciclos de la luna, que crece durante 14 días y llega a la luna llena durante la fase creciente, para menguar durante 14 días y acabar en la luna nueva, la luna oscura, durante la fase menguante, creando un ciclo de 30 días lunares. Esta historia nos habla de amor, de deseo, de celos, de ponernos primero, de decir en voz alta nuestras necesidades, de cumplir las promesas, de ser íntegros, al fin y al cabo, con nosotros mismos, sabiendo rendirnos al final, sin control, a aquello que fluye sin nuestro control, a los ritmos de la vida.

La luna llena en esta posición y por su relación a las demás estrellas y planetas, en esta parte de su ciclo brillante, nos pregunta: ¿sabemos ver con claridad quiénes somos? ¿Sabemos en realidad hacer cura de venenos, aprovechar lecciones de maldiciones que creemos que la vida nos ha puesto delante? ¿Sabemos hacernos responsables de nuestros deseos, decisiones y acciones? ¿Sabemos descansar cuando hace falta, y levantar las armas cuando es necesario? ¿Sabemos que lo que somos es en realidad, cambio constante; un crecer y menguar; un vivir, morir y renacer?

Se dice que la luna está exaltada en Tauro, que especialmente se siente agusto en Rohini, que es la estrella de tono rosado, Aldebarán, el ojo del toro de la constelación de Tauro. Rohini significa “la rojiza” y también, “la que crece”. Rohini (Aldebarán), al igual que Marte y también que Jyeshtha (Antares), también tiene ese color rojizo o rosado en el cielo, que muchas veces se asocia a Shakti como energía primordial. Su símbolo es un carro que asocia a esta casa lunar con el movimiento, y con el guna rajas, una de las tres cualidades en las que se manifiesta la realidad (las otras dos siendo tamas y sattva) y cuyo color simbólico también es el rojo. Su deidad es Prajapati, creador primigenio que manifiesta la realidad.

Empiezo a ver una temática abrirse paso, un simbolismo oculto a plena vista, de esos en los que me encanta ahondar y en los que me encanta contemplar. Asocio todo esto también al rojo alquímico de la fase del rubedo, la fase final de la gran transformación de la materia prima, desde el nigredo, al albedo, al citrinitas y acabando en rubedo. Rubedo como el oro final, el rojo como símbolo de la piedra filosofal. Shakti, como rostro visible de Shiva, la consciencia suprema, el Gran Observador, al que llegamos a través de Ella.

¿Y cómo podemos llegar a Shiva, cómo podemos aprender a percibir este orden inherente del universo tal cual es, a través de los principios de la realidad, o tattvas? ¿Cómo llegamos a tener una percepción de la consciencia suprema a través de la consciencia individual y separada, una consciencia del Todo, desde la Parte?

Según el Tantra Clásico, y más específicamente del Shivaismo de Cachemira (y aún más específicamente, me estoy basando en los libros y textos de Swami Lakshmanjoo), existen ciertos medios o caminos para conseguirlo llamados upāya. Upāya son los medios por los que llegar a la gran consciencia suprema a través de la consciencia individual, dependiendo de cómo es esta en cada uno, y su capacidad de concentración y permanencia en esa atención sin distracción.

Existen tres tipos de upāya: śāmbhavopāya, el medio supremo; śāktopāya, el medio intermedio; y āṇavopāya, el medio inferior.

Śāmbhavopāya

La definición, dada en el Malini Vijaya Tantra para śāmbhavopāya es – “el que preserva la ausencia de pensamiento”. Es el medio en el que no hay medio, no hay camino, el medio es el camino y el final en sí. El que tiene consciencia de la no-consciencia de consciencia y se queda un tiempo en este estado de no pensamiento, por la gracia del Maestro (en este caso también podemos entenderlo como la gracia de Shiva, o Consciencia Suprema, aunque en el Shivaismo de Cachemira se hace hincapié en estos métodos la necesidad a veces de un Maestro iniciado y cualificado para abrir ciertas puertas a la percepción de la realidad universal, eso sí, si no ocurre inmediatamente y automáticamente una iniciación por Shiva-Shakti natural y espontánea), entra en ese estado trascendental inmediatamente en el que sabe que todo el universo es en realidad el “yo” original que es Parama Shiva. A este upāya también se le denomina icchopaya porque se origina desde iccha shakti, la energía de la voluntad, del deseo primordial. Este medio se encuentra en el mundo del monismo puro, la no-dualidad pura.

Śāktopāya

Este medio funciona a través de las energías. Se le conoce como jnanopaya porque se origina de jnana shakti, la energía del conocimiento. La clave de este método es aprender a mantener la atención entre dos puntos de realidad, dos momentos, dos acciones, dos estados, hasta que esa consciencia se haga fuerte y firme para poder llegar a śāmbhavopāya. Debemos mantener una atención y concentración ininterrumpida entre esos dos estados. Si esa atención se rompe, debemos usar otras prácticas y métodos hasta poder afrontar esta capacidad de consciencia superior. Ejemplos de estos estados intermedios pueden ser aquellos entre la vigilia y el sueño, con atención plena; entre un pensamiento y otro, con atención plena. Contínuamente. Si el yogui, o practicante es incapaz de mantener con atención y concentración estos estados ininterrumpidos de consciencia, deberá usar otros medios inferiores, el medio de āṇavopāya.
Este medio se encuentra en el mundo donde la dualidad y la no-dualidad coexisten.

Āṇavopāya

Āṇavopāya tiene que ver, y se ocupa en, anu, el alma individual. Es aquel upāya que funciona mediante el proceso de concentración en uccara (respiración), karana (órganos de las sensaciones), dhyana (contemplación) y sthana prakalpana (concentración en un lugar concreto). Todos estos procesos en los que no voy a entrar a explicar ahora mismo, se les llama los upāya de jiva, los métodos, medios o caminos del individuo. Es el medio en cual atención, concentración, percepción y consciencia necesitan de todos los medios posibles para mantenerse en un foco, necesitan soportes fijos para que la distracción no saque a la consciencia de concentrarse donde está. Āṇavopāya también se le conoce como kriyopaya porque origina de kriya shakti, la energía de la acción. Āṇavopāya es el medio que se encuentra en el mundo de la dualidad.

Anupāya

Más allá de estos tres medios existe un cuarto medio, al que se le conoce como anupāya, que significa “no-upāya”. Aquí, el practicante o aspirante al conocimiento supremo de uno mismo sólo tiene que darse cuenta de que nada debe de hacerse, no hay nada que hacer, sé quién eres, nada más. Haz lo que estés haciendo, piensa lo que estés pensando. Simplemente reside en tu ser. Este upāya se le atribuye a ananda shakti de Shiva, que es la energía de la gracia, la bendición, la dicha.

Como vemos, podemos encontrar muchísimas explicaciones, métodos, símbolos para al final, llegar a conocerse uno mismo. Podemos observar el cosmos y saber que la luna llena ocurre en un trozo de cielo que hemos llamado Tauro, que simboliza la tierra, la materia; que la luna llena ocurre en una estrella llamada Rohini y que conocemos como Aldebarán, que nos habla de la belleza, el confort y el descanso; que Rohini se encuentra en oposición directa a Antares, Jyeshtha, otra estrella rojiza de la constelación de Escorpio, dónde se encuentra el sol ahora mismo, que nos habla de responsabilidad, de decir en voz alta lo que de verdad queremos, por lo que queremos luchar; podemos observar que astronómicamente la luna llena ocultará la luz rojiza del planeta Marte, el guerrero, de nuevo trayendo el color rojo a primer plano tras su desaparición; podemos asociarlo al rubedo alquímico, a la transformación de la prima materia en oro filosofal y todas sus fases prefiguradas en los otros colores, negro/nigredo, blanco/albedo, amarillo/citrinitas; podemos contar las historias de los dioses, de Chandra y sus esposas, las mitologías del cielo; podemos practicar respiración consciente, métodos de meditación, mantras, rituales, prácticas físicas y mentales… pero ¿de qué sirve todo este conocimiento si no lo transformamos en símbolos que nos hablen al corazón profundo, al intelecto del discernimiento interno? ¿De qué sirve si no es para conocernos más profundamente y así conocer y percibir la realidad en la que navegamos? ¿Para conocer el Todo, desde la Parte?

Todo a nuestro alrededor posee un lenguaje, una forma de comunicación desde lo más burdo a lo más sutil. Es el ejercicio de educar nuestra consciencia a la concentración lo que nos ayuda a insuflar de entendimiento lo que vivimos, quiénes somos en realidad en esta espiral cíclica del cambio constante, del tiempo-espacio. La poesía del entendimiento de uno mismo es el fin último de nuestra existencia, disfrutemosla.

Os deseo una muy feliz luna llena y deseo (nos deseo) de todo corazón que el lenguaje que decidamos escuchar nos ayude a vivir en paz con la aceptación de quiénes somos en realidad. Gracias por leerme y estar aquí siempre,

Danah