
Renacer.
Tomar la primera respiración conscientemente tras la pausa. Salir lentamente del abismo, de la cueva, de la hibernación.
Cuando el Sol entra en Uttara Ashada Nakshatra, en el signo de Capricornio (cosa que ocurre ahora cada año entre el 14 y el 15 de enero dependiendo de dónde nos encontremos en la Tierra) se le llama a este tránsito Makara Sankranti (Makara es el nombre de la constelación de Capricornio y Sankranti significa “moverse de un lado a otro/cambiar”). Antes esto ocurría durante el solsticio de diciembre, pero por el efecto de la precesión de los equinoccios, ahora el sol renace durante el solsticio en el signo de Sagitario, y entra astronómicamente en la constelación de Capricornio en enero.
El solsticio de diciembre, en el Hemisferio Norte, dio comienzo a lo que llamamos Uttarayana, la vuelta del Sol a su latitud norte, cada vez más cerca de la Tierra, prometiendo la llegada del calor de sus rayos, prometiendo más horas de luz. Los días se van alargando durante seis meses, y según la astrología Védica, son los momentos más auspiciosos para comenzar cualquier proyecto, plan de vida, o perseguir nuestros deseos materiales, recoger la cosecha de los frutos plantados, y salir a celebrar lo cosechado. También se dice que durante el solsticio y cerca de esa fecha, es un momento muy auspicioso para morir, para que el alma deje el cuerpo en su viaje, pero esa es otra historia para otro día.
El Sol ha renacido. Simbólicamente, el Sol representa nuestro Ser/alma (purusha) y también nuestra capacidad de consciencia del “yo soy” (ahamkara, a veces denominado “ego” en su forma literal, saberse uno, uno mismo, tener conciencia de ser). El Sol es nuestra energía vital, nuestra capacidad de contener la esencia del universo en nosotros mismos, mejor dicho, es la esencia universal reflejada y contenida en nosotros mismos. Según las filosofías del Samkhya y del Yoga, purusha sería el último tattva existente (principio de realidad). Para estas corrientes, purusha es el “verdadero ser”, siendo lo demás una ilusión perteneciente a, y contenido en, prakriti (naturaleza/mundo material). La ignorancia, según estas filosofías, es no ver que todo es irreal excepto purusha, todo es una ilusión, y que somos en realidad alma más allá de la realidad corporal, encuerpada, material. Hasta aquí, los tattvas sumarían 25 principios de la realidad según estas filosofías, y se engloban en una corriente dualista, que determina que hay una separación entre real-irreal, alma-cuerpo, espiritual-material. Es algo parecido al sistema cartesiano de nuestra filosofía occidental.
Por otro lado, el sistema filosófico del Tantra Clásico posita que hay una realidad más allá de purusha, una realidad que se ha visto envuelta en la ilusión de que existe esta dualidad, cuando en realidad, es la unidad que se experimenta a sí misma a través de su separación. Para el Tantra, todo es igual de real, porque todo, incluyendo esa roca que ves a la orilla del mar, contiene una esencia universal, llamada en este caso Paramashiva, que no es otra cosa que Shiva-Shakti en unión completa. En este sistema se añaden tattvas hasta llegar a 36, todos contenidos en la gran Kali, que no es ni siquiera un principio de la realidad, está más allá de ella, es el contenedor dónde todo existe.
Para esta corriente, todo es sagrado, o no lo es. Pero todo depende de la capacidad de consciencia del individuo de ver más allá de ahamkara, y ver con el ojo interno de buddhi, la capacidad del intelecto del discernimiento, la puerta de entrada hacia purusha y prakriti, y de allí, más allá de maya (la shakti que crea esta realidad material y que no es “ilusión” como se entiende la palabra, sino su capacidad de ocultar y revelar la realidad y la verdad del no dualismo a quien sepa ver).
Manas, la mente automática que se mueve por intuición, instinto, emociones, intuiciones, inconsciente, patrones o samskaras, sólo tiene la capacidad de estar consciente en el estado despierto. Y ni siquiera es consciente de estar consciente. Aún así, este tattva es necesario y contiene en sí mismo la misma esencia que todos los demás, Shiva-Shakti viven aquí también. Ahamkara, el ego, tiene la capacidad de estar consciente en los estados despiertos y dormidos, durante el sueño también. Es capaz de saberse “uno mismo”, capaz de entender y aprehender “quienes somos” en esta realidad encarnada. Y un poco más allá, más profundo, se encuentra el tattva buddhi, ese llamado intelecto que discierne lo real, que es que no hay dualidad realmente, aunque la dualidad es la puerta, la llave y la entrada a lo no-dual. Buddhi tiene la capacidad de estar consciente en los estados despierto, dormido y del sueño profundo sin sueños.
En el Tantra, la ilusión es pensar que hay separación, que algo es ilusorio. Esa es la ignorancia del Tantra. Pensar que la realidad del cuerpo, del mundo material, es menos espiritual que la del alma. Esa ignorancia nos mantiene en un estado de no pertenencia. No pertenencia a nosotros mismos y al Todo. Nos sentimos “menos”, “no suficientes”. Y allí es cuando nos perdemos. Nadamos en las aguas del gran océano primordial y creemos ahogarnos, solos. Creemos que estamos solos porque nos creemos únicos y especiales, separados del resto de la realidad natural. Y no es así. Porque lo somos Todo, en la parte. Pero es igual de importante contenernos y sabernos nosotros mismos en este cuerpo, en este momento, aquí y ahora. Saber quiénes somos, qué queremos y cómo queremos conseguirlo. Saber por qué luchamos, saber qué abrazamos y qué dejamos ir. Saber a qué nos rendimos. Saber que Somos siempre lo que tenemos que Ser.
La Luna también se encontrará en Uttara Ashada el día 21 de enero. Y allí, se unirá al Sol creando la primera luna nueva del año, la primera luna nueva tras el solsticio. Es un renacer de la Luna, tras el renacer del Sol. Sol como purusha y ahamkara, Luna como prakriti y manas. Sol como Shiva, trascendencia, la luz de la consciencia, y Luna como Shakti, inmanencia, el poder del autoconocimiento reflexivo.
¿Veis la correlación? ¿Veis por qué tenía que escribir todo lo que he escrito anteriormente?
Renacer.
Tomar la primera respiración conscientemente tras la pausa. Salir lentamente del abismo, de la cueva, de la hibernación.
Es el momento de decidir cómo miramos a la realidad que nos rodea. Cada pensamiento, deseo, anhelo, es una semilla con capacidad de crecer y crear los más bellos bosques llenos de árboles y flores, si las regamos con nuestra atención, prolongada en el tiempo, es decir, con nuestra consciencia de tener consciencia de por qué y cómo hacemos las cosas.
Capricornio es un signo de tierra que justamente me retrotrae a lo que escribía antes; que incluso una piedra, un puñado de compost o la arena del desierto tienen y forman parte de la esencia universal. Todo es sagrado. Capricornio nos habla de responsabilidad. Y no hablo sólo de recoger a los niños del cole, sacar a los perros o poner la lavadora, que también, sino que hablo de una responsabilidad contigo misma, contigo mismo, y con la vida entera, la realidad completa. La responsabilidad sagrada de ser quien eres, y no sólo eso, sino de saber quién eres y ser íntegro con eso que descubras, redescubras o recuerdes. Esa es la mayor responsabilidad de nuestras almas encarnadas. Andar los caminos de nuestro dharma, cada uno el suyo, recogiendo las semillas del karma de nuestras acciones y reacciones pasadas. La verdadera libertad sólo subyace en saber que a pesar de cualquier karma ya plantado tenemos la libertad de la reacción y también somos libres de actuar ahora plantando jazmines, rosas, o palmeras, en vez de tempestades para cosechar en el futuro. Tú eliges, ¿o dejas que la vida elija por tí porque te encuentras sumido, en el sueño profundo de la ilusión de que no perteneces? ¿De que estás separado de Todo lo que Es?
Uttara Ashada significa “la siguiente victoria” y es una casa lunar regida por los Vishvadevas, los diez hijos del dios Dharma, las deidades universales que se hacen cargo del orden natural. Son el símbolo de los principios universales: bondad, verdad, determinación, talento, tiempo, deseo, firmeza, ancestralidad, abundancia, alegría. Uno de sus símbolos es un cuerno de elefante, que nos recuerda a la deidad Ganesha, que no sólo quita los obstáculos de nuestros caminos, sino que es el que los pone para enseñarnos nuevas maneras de ver y de ser en el mundo, en nuestros mundos. Es como Shakti, que es la ofrenda y la ofrendada. De nuevo, analogía de la parte en el Todo y el Todo en la parte. Es una nakshatra o constelación lunar muy introvertida, que tiene que ver con vivir una vida sencilla, pero en plenitud, una vida introspectiva. Es un buen momento para crear las bases o fundamentos de los rituales y rutinas que nos van a sustentar para este siguiente periodo de tiempo. Para ello debemos mirar con total honestidad aquellas prácticas que ya no nos sirven, al igual que aquellas relaciones, porque es sólo a través del esfuerzo sin sobreesfuerzo que encontramos el camino medio que nos equilibra desde dentro afuera.
Siendo principio de año en el calendario gregoriano también, y comienzo del nuevo año lunar, es buen momento para crear pequeños momentos de conexión ritualizados de alguna manera para recordarnos a lo largo del día que somos mucho más de lo que creemos ser. Ya sea mover el cuerpo o respirar con consciencia, ya sea rezar, cantar mantras o sentir devoción de la manera que elijas, o ya sea limpiar y ordenar con la mente concentrada en el momento, cualquier práctica tuya, realmente tuya, es la puerta de entrada del ahora a la eternidad.
Esta nakshatra, esta luna nueva, este momento vital tiene la capacidad de abrir las puertas de la percepción de la universalidad del individuo. Y para ello, honramos la universalidad a través de la individualización de cada uno, a través de la diferencia, a través de la separación. De nuevo nadamos en esas aguas duales como puertas de entrada a la no-dualidad. Igual que Makara (Capricornio) se representa originalmente como una criatura mitad cola de pez o delfín y mitad cabra, tenemos la capacidad de nadar en el océano cósmico universal y de asentar los pies sobre la tierra. Qué suerte que podamos ser conscientes de esto, y sentir, que lo somos todo, siendo simplemente nosotros mismos.
Os deseo una muy feliz luna nueva, un feliz comienzo de ciclo, y ojalá que podáis sentiros siempre completos en vuestra percepción de quiénes sois.
Gracias siempre por leerme.