Sintiendo

Llevo unos días con una sensación sobrecogedora en el cuerpo y en el corazón. Por diferentes motivos, por diferentes historias y personas. Algunas cerca, algunas lejos. Por aquellos que amo y por aquellos que ni siquiera conozco, pero siento parte de mí.
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Las lágrimas brotan sin cesar, mis emociones están revueltas, pero mi mente está clara y serena. La oportunidad perfecta para observar lo que me ocurre mientras me dejo sentir. Mientras me dejo ser en el momento. Mientras me permito sufrir un instante por aquello que me duele. Mientras me permito ser vehículo de dolor y lecciones aprendidas.
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Siempre he creído que si algo te hace sufrir, no es una tontería, por pequeña o grande que sea la razón, tenemos derecho a sentir dolor, a pasar un tiempo de duelo con y por nosotros mismos, y más importante, estando verdaderamente EN nosotros mismos, en el momento presente.
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La vida me va dejando claras ciertas cosas, y una de ellas es la gran necesidad de darnos permiso a sentir lo que estemos sintiendo. Sea lo que sea, tenemos derecho a dejarlo nacer, vivir y transformarse. Porque lo que todos sabemos, es que nada dura para siempre, ni siquiera ese dolor, ni ese sufrimiento, que sentiremos con nosotros un pequeño instante en la eternidad del tiempo.
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La transmutación real sólo ocurre una vez vividos y sentidos todos los estadios. La increíble alquimia del corazón. Que se rompa en tantos pedazos que sólo la luz y el amor puedan mantenerlo unido y en constante cambio y crecimiento.
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